Llevo unos días recordando los pasados Carnavales. No soy una persona a la que le gusten las grandes aglomeraciones, pero sí que haya buen ambiente en las fiestas de los lugares a los que voy.
Los Carnavales son un motivo de festividad muy extendido en España; en unos casos como algo arraigado desde tiempo inmemorial y en otros como una “reciente tradición”.
He tenido la suerte de vivirlos en distintos lugares y comprobar sus diferencias. Posiblemente los mas recientes, los mas forzados, tienen entre ellos mas similitud que los antiguos, mas marcados por el clima, el carácter de sus habitantes e incluso el factor económico del territorio.
Son fiestas que surgieron de la gente, de su espontaneidad, de su propia motivación por divertirse, antes de enfrentarse a la tan temida cuaresma.
No me gustan los lugares donde te lo dan todo programado y subvencionado ya que deja en un segundo plano la iniciativa personal y además con la crisis, el dinero va menguando y está resultando difícil sostenerlos. Si se pierde la motivacion popular, las ganas por festejarlos, seguramente acabaran desapareciendo o al menos perdiendo su esencia.
En lo personal, a veces me ocurre lo mismo, sustento mi divertimento en lo que me viene de fuera, normalmente bien organizado y vendido como novedoso y motivador. Es una postura cómoda a la que es muy fácil engancharse.
Como buen “Carnavalero” lucho por divertirme desde mi esencia, con lo que realmente me gusta y me llena, porque es ahí donde encuentro mi verdadero disfrute.
Ahí lo dejo...