Todo lo que das, te vuelve
Inma
La preocupación es uno de los sentimientos más absurdos y al que más tiempo dedicamos.
Percibimos una amenaza y a partir de ese estímulo que no es real, nuestra mente empieza a maquinar secuencias a cual más catastrofista, anticipando consecuencias y adivinando que no seremos capaces de salir de la situación, lo hacemos tan bien que podríamos dejar sin trabajo a más de un guionista de Hollywood.
Nos generamos a nosotros mismos de forma gratuita e innecesaria estrés, ansiedad, nos inmovilizamos y gastamos mucha energía.
A estas alturas ya estamos familiarizados con la expresión "no te preocupes, ocúpate", lo que pasa es que se lo solemos recomendar a los demás, costándonos bastante aplicárnoslo a nosotros mismos.
Es importante ser conscientes, para darnos cuenta de que nuestra mente nos está jugando una mala pasada y racionalizar la situación que puede que de por sí sea complicada, pero nada ganamos empeorándola con pensamientos que en la mayoría de los casos nunca llegarán a materializarse.